El largo adiós

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El largo adiós

En su ensayo El simple arte de matar (1950), Raymond Chandler, definió la novela negra como «la novela del mundo profesional del crimen». ¿A qué debe su nombre?, al hecho de haber sido publicada originalmente en la revista Black Mask (Máscara Negra) de Estados Unidos y en la colección Série Noire (Serie Negra) de la editorial francesa Gallimard. Surgió para representar la atmósfera asfixiante, mezcla de miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción del poder político, que refleja las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos. Por aquel entonces, la crisis económica desatada tras la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) y la Gran Depresión de 1929, dio lugar a historias policíacas inspiradas en la entrada en vigor de la ley seca (1920-1933) y el subsiguiente desarrollo del crimen organizado y el gangsterismo.

Sí, a todo esto debe su nombre. A Raymond Chandler le debe mucho más: gracias a él, cobró una dignidad literaria desconocida hasta entonces. Característicamente irónico y con frecuentes rasgos de ingenio cáustico, sobre todo en los diálogos, Chandler no carece de la acción trepidante y violenta en extremo que caracterizó al género en su génesis (y que aún hoy día lo caracteriza); pero agrega una profundidad en la crítica social no conocida hasta entonces (con excepción de Hammett, el otro padre del género).

Si todo ello no fuera suficiente, valga señalar que también le deben, el género y la literatura en general, un personaje como Philip Marlowe, uno de los más complejos de la historia de la literatura. Desde su primera aparición en El sueño eterno en 1939, Marlowe se convirtió en el arquetipo del detective de la novela negra, aunque nadie alcanzó jamás la profundidad que le dio Chandler a su protagonista. Un antihéroe con todas las letras: aporreado y vapuleado con frecuencia, rechazado por las mujeres con regularidad, engañado por unos y otros a menudo; Marlowe esconde bajo su aspecto duro un individuo contemplativo y filosófico.

En palabras del propio Marlowe en El largo adiós: «Soy un investigador privado con licencia y llevo algún tiempo en este trabajo. Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya no soy un jovencito y carezco de dinero. He estado en la cárcel más de una vez y no me ocupo de casos de divorcio. Me gustan el whisky y las mujeres, el ajedrez y algunas cosas más. Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un par con los que me llevo bien. Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, si es que sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo


El largo adiós es una obra tardía de Chandler; autor idem, ya que su primera novela la publicó a los 51 años. Todo aquel que guste del género, ha de haber leído este libro, siendo uno de los más emblemáticos de un autor insoslayable. Y todo aquel que no guste del género, tendrá que reconocernos que en todo género se puede encontrar una obra maestra. Este libro es una genialidad. Una trama complicadísima que admite infinidad de «vueltas de tuerca». Un Marlowe maduro (que crece a la par de su autor), desencantado, que se sabe ingenuo, que no ceja en sus convicciones jamás. Es el único bueno entre hordas de viles, sórdidos, inmorales. Un bueno que lejos está de ser perfecto: bebedor, pendenciero, cínico…. aunque leal, honrado, inquebrantable.

El libro comienza con nuestro detective ayudando a escapar a un amigo, luego de haber cometido (presuntamente) el asesinato de su esposa. A partir de ahí Marlowe se verá involucrado en una serie de hechos aparentemente aislados… el resto harán ustedes mejor en descubrirlo a medida que leen El largo adiós…


«Hasta la vista amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final.«

Si, de esta joya cínica y nostálgica saca el gran Osvaldo Soriano el título de su primer libro. Además de su co-protagonista…. otra razón más para tenerle cariño.


Ediciones

Si bien habitualmente citamos las principales ediciones de los libros que reseñamos, El largo adiós tiene tantas que sería por una parte imposible de abarcar y por otra completamente inconducente. En cualquier edición que consigan... léanlo.
 

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