La poesía no puede explicarse, pero estoy convencida que puede contagiarse como se contagia un resfrío; y ni qué hablar de la poesía para chicos no tan chicos. Conmueve a los grandes.
La poesía se descubre, imprevistamente, en una librería que no es una librería, sino una tienda de libros y objetos, con un nombre especial.
La poesía en Corre como el viento (así se llama la tienda), espera lectores incautos que se rindan ante ella, que sientan que pueden enamorarse solo por leerla, o que el mundo va a ser más bueno si se difunde.
La poesía causa el mismo efecto que el llamador de la galería que da al jardín, los días de tormenta. O esa canción que resume la mitad de tu vida pasada, y te emociona desde la primera, hasta la última estrofa.
La poesía saca lo mejor de uno y lo multiplica, lo amplifica, lo propaga. Como si una escuadra de aviones surcara el cielo dibujando dos palabras y a partir de ellas, todo sucediera. Imágenes, sonidos, color, aromas, toda la belleza. Tanta belleza.
Tus ojos.
A partir de esas dos palabras del título, el escritor Eduardo Abel Gimenez (sí, sin acento, él habla de sí mismo mejor que lo que podríamos hacer nosotros, así que solo cliqueen en su nombre y se enterarán un poco más), escribió uno tras otro, 28 poemas.
Todos ellos empiezan de la misma manera: Tus ojos son, y dicen así:
Tus ojos son
como el libro que pensé que había leído
pero no,
como el pueblo que creí no conocer
pero sí,
como estar a punto de decir también
y decir tampoco,
como ver que lo que parecía antes
era después.
¿Y los ojos de quién son como el dolor de una sonrisa a destiempo, como hablar de pronto un idioma nuevo, como batir de palmas, como una canción de los Beatles escuchada por segunda vez, como el abrazo cálido de un oso amaestrado o como un tren de juguete de Estambul a España; y así hasta el infinito?
Los ojos de quien quieras, pero quien quieras de verdad; sí, vos, lector.
Y en la poesía de Gimenez sin acento, hay metáforas, algunas contradicciones o paradojas; pero sobre todo hay un montón de sentimientos trabajados a partir del lenguaje poético.
Los poemas de Tus ojos, están ilustrados con fotografías de objetos sencillos que representan a cada uno; obra de Cecilia Afonso Esteves. Hay papel, una mano, un huevo, botones, fósforos, una regla, entre otros; para la composición de trece imágenes que dan fuerza a cada poema.
“Tus ojos son
como la chispa
que enciende la hoguera,
como el crepitar del fuego,
como los duendes de la noche,
que vienen a robarse el sueño,
como la excepción
a todas las reglas.”
Las imágenes se van concatenando y las asociaciones entre ellas, convocan y conmueven. Como si el autor se hubiera propuesto emocionar, y no. Si no se lo hubiera propuesto, emocionarían igual.
Es la sensibilidad de quien escribe la que nos habla, y no lo hace con lugares comunes ni golpes bajos.
El libro es de Calibroscopio Ediciones, una edición preciosa, despojada pero de una gran fuerza visual.
Mucho color, con unas solapas que se convierten en cuencas vacías para observar signos y dibujos del libro.
Es un ejemplar de la primera edición de 3000 ejemplares, de marzo de 2014. Espero que no quede ninguno por ahí.
2 Comments
Amo tus reseñas, Sandra Patricia Rey!!!!
Son tan bellas, exquisitas, poéticas….
Ay, qué escritora espera el mundo!!!
De todo lo que nos deja Mégara, la generosidad de quienes nos leen y acompañan, los amigos, todos los que compartimos la misma pasión, es lo que me llena el alma. Gracias, gracias, gracias.