Una ciudad otra

Amo las preguntas más que sus respuestas
8 enero 2024

Una ciudad otra

La estación estaba decorada con publicidades de la tienda Gath & Chaves y frisos color verde agua. ¿Realmente eran verde agua?  Sin luz natural todo se veía diferente.

Josefina Arcioni, de “Sánchez”

 

“Si entramos en la narrativa de esta ciudad como en un sitio familiar, se nos acerca tanto que nubla la visión, la extraña, y desde allí nos interpela”, dice Cecilia Sorrentino de este volumen de diez cuentos. Un libro de apenas 65 páginas en un formato de 13×20 cm, casi A5, que me hace pensar en las libretas de apuntes, esas que tenemos a mano  quienes creemos en el mantra poderoso de leer para escribir. Y aunque no la conozco, creo que Pepa (como la llaman los amigos) Arcioni, lee mucho.

En un cuestionario ágil y conocido, además de responder las nueve preguntas, cuenta la autora que lo mejor y lo peor que le dio la literatura es que «Siempre quedan un montón de libros para leer y un montón de cosas por escribir».

No podría estar más de acuerdo.

Leo en la solapa de la portada, que «Sánchez», el cuento que abre el libro fue premiado y antologado por la Legislatura porteña, en el 2015.

No me resulta raro, es magnífico, y no solo por cumplir con las recomendaciones para conseguir un buen cuento. No por el cruce de planos, la historia debajo de la historia y por conseguir que importe nada de nada que el final esté anunciado.

No por nada o por todo eso, sino porque va contracorriente. No pretende ser un golpe al estómago o a la mandíbula, no busca noquearnos, no nos hace trampas, no nos vende gato por liebre. Construye una historia enorme con elementos mínimos. Un recorte periodístico como epígrafe y voila, tirar del hilo.

Un gran relato, debe tener soltura, energía y brevedad, además de ser sobrio y conciso. Palabras mayores las de Horacio Quiroga, y Arcioni las debe haber tenido bien en cuenta.

¿Quién no leyó el Decálogo del perfecto cuentista, verdad? Me pregunté al terminar la lectura de “Una ciudad otra”, y a propósito de Quiroga y su primer mandamiento; cuál o cuáles son los maestros de Arcioni.


Cuando una lectura me sorprende, suelo improvisar lecturas, el oyente más fiel, sabido para muchos, es mi coetáneo. Claro que hoy zafó de escucharme, con música de naturaleza de fondo y a propósito de ella la metáfora; el convite fue a leer la obertura. Contagiado el entusiasmo, siguió con “Los varones”, le conté de “Rosa Blanco Amarillo”, señalé mis preferidos, y los comentarios comenzaron a sonar. Coincidimos ambos en los ecos que nos traía la música. Fue él quien primero nombró a Gregorio Samsa, a propósito del primer cuento del libro.

En biología, la metamorfosis está descripta como un proceso de cambios tanto estructurales y fisiológicos que atraviesan ciertos animales hasta llegar a la vida adulta, dejando atrás características obtenidas desde su nacimiento. Claro que un humano convertido en insecto, impensable desde el punto de vista biológico, es una genialidad literaria de Franz Kafka.

Si “La metamorfosis”, “Die verwandlung” en su título original, que traducido podría leerse como “la transformación”, habla de ciertas obsesiones de Franz Kafka ante los avances del mundo moderno que nos deshumaniza; cabe preguntarse cuál es el secreto para que historias como esta y la del modesto empleado de una sastrería porteña, en los albores del siglo XX, nos sigan interpelando.

“Sánchez” nos interpela también, sin moralinas, invita a reflexionar sobre el sentido de nuestra propia vida, el valor del ser humano, de sus aspiraciones y sueños, dentro del engranaje social.

Hacía tres años que Sánchez trabajaba en esa sastrería, sobre la avenida Rivadavia. Ahora vivía en Buenos Aires, pero había crecido en el campo. No había recibido ninguna educación formal. Sin embargo, podía hacer muchas cosas y por eso soñaba con progresar, con llegar a tener, algún día, su propio negocio.


Un cuento breve que habla de tantas cosas que no pierden actualidad. El desarrollo tecnológico y la productividad, el ascenso social y las habilidades, el sentido de pertenencia y el desarraigo, la invisibilización del diferente y la superioridad, la realidad y el extrañamiento. Una historia universal, si reemplazamos el ominoso subterráneo por la inteligencia artificial. Qué tal escribir una historia con un parlante inteligente de protagonista, cuyo software tiene nombre y voz de mujer. Alexa, que te avisa si tenés que descolgar la ropa, te cuenta lo que le preguntes, reconoce las voces y puede hablar con otra máquina, en un lugar distante de la casa.

Si el primer cuento consiguió todo esto, imagínense multiplicar el disfrute de la lectura en las historias que lo suceden. Preciosismo de relojero en cada una de ellas.


EDICIONES

Mi ejemplar es de la primera edición de marzo de 2021, de Hexágono editoras, la portada es un diseño sobre una fotografía de Leticia Valdes, que invita a asomarse a esa ciudad, la otra, la que no vemos, como la figura que se observa en una terraza de cualquier edificio, el tuyo, el mío.

 

 

Sandra Patricia Rey
Sandra Patricia Rey
Autora del libro de cuentos Matrioshkas; Pegaso, un libro infantil ilustrado; y de los poemarios No hay más vuelos reales (Editorial En Danza) y Altar doméstico (La Ballesta Magnífica)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Pin It on Pinterest