Siendo uno de los benefactores de la vuelta de la revista Orsai, me apersoné en el Auditorio Belgrano a reclamar lo que era mío: una copia del primer número de la segunda temporada de la revista. Además de las 212 páginas (con el propio nombre impreso en página 211, ¡cholulaje irresistible!), habría una presentación que no se sabía bien en qué consistía. Para amenizar la espera, 3 parientes de Hernán (así se presentaron) cantaron unos temas de rock nacional mientras en la pantalla una cuenta regresiva desgranaba el caminos hacia el comienzo del espectáculo. Por un ligero error de cálculo, la banda terminó cuando faltaban unos buenos 6 o 7 minutos, tras una breve deliberación, sentenciaron que no había nada que hacer. En palabras de la sobrina: «Hernán me pidió que cantara solo temas en castellano. Si pudiera cantar en inglés habría un montón de temas que podríamos hacer, pero el gordo es un histérico«. La noche, evidentemente, deparaba cosas buenas.
Uno de estos infelices
Especialmente emotiva fue la presentación de Enrique Symns, con ovación de pie incluida. Juan Sklar hizo delirar de risa a los presentes con su lectura del texto que finalmente no forma parte de la autobiografía de Silvia Süller. Y fueron pasando uno por uno los colaboradores de este número hasta poblar el escenario, casi tanto como pobladas estaban las gradas. En palabras de Casciari:
Llenamos un teatro de revistas con las mejores plumas del país.
No vengo a descubrir a la revista Orsai, que ya tiene un recorrido más que importante; sí me permito remarcar que esta nueva etapa quizás haya empezado con un nivel incluso superior al de la etapa anterior. Celebramos la vuelta de esta gran publicación y, sobre todo, celebramos el espíritu con el que se encara el proyecto. Las palabras de Hernán Casciari para cerrar el acto (que cito de memoria, así que puede variar ligeramente del original) sacudieron a los presentes: «…y finalmente les queremos agradecer porque gracias a ustedes pudimos hacer una revista que no tiene un centímetro de publicidad. Prescindimos de la petrolera, de la marca de gaseosas, de la telefónica. Prescindimos de aquellos que en definitiva deciden hasta cuándo se puede hacer una revista. Esta revista es un pacto entre nosotros que la hacemos y ustedes que ayudan a financiarla. Porque nadie nos puede decir hasta cuándo podemos escribir. Y nadie les puede decir cuándo tienen que dejar de leer». Brindamos por eso.
Fuimos unos cuantos infelices que posibilitamos que se haga la revista. Y la pasamos en grande.