Salvatierra

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Salvatierra

La historia de Juan Salvatierra es la de un hombre que a los nueve años, queda mudo después de la caída accidental de un caballo. Su vida como empleado de correo hubiera sido gris en ese pueblo de la ribera del río Uruguay, de no ser por los rollos de tela que pintó uno tras otro desde sus veinte años y en los que plasmó, a modo de calendario sin meses ni días, y durante sesenta años, los acontecimientos de los que fue observador y también protagonista,  a pesar de no aparecer en su propia pintura.

Casi cuatro kilómetros de tela, una obra gigante, pintada a lo largo de  toda una vida.

Dos años después de su muerte e inmediatamente después de la de su madre, sus hijos se hacen cargo del galpón que alberga los rollos pintados, con el objeto de ordenar las piezas de tela y prepararlas para el museo holandés que las comprará.

Será a partir de la falta del rollo que retrata el año 1961, en principio un año sin muchos recuerdos para Miguel, el hijo menor, y para Luis, el mayor,  que la trama deriva en una intriga que deparará sorpresas durante su búsqueda y hasta el encuentro final.

El hijo menor narra la historia, es él quien se obsesiona con encontrar el rollo faltante, o desenrollar los secretos que hay detrás de esa falta.

Miles de veces me había preguntado cómo sería el extremo de la tela, esa tela que me parecía un caudal infinito por más que supiera que algún día terminaría, como también terminaría mi padre, que era mortal aunque yo no lo quisiera creer. Ahí estaba la respuesta. Con toda naturalidad, ahí estaba el fin”.

Sería Salvatierra, una nouvelle de ingeniosa trama, con su desarrollo, nudo y desenlace, de no ser un lugar de lectura donde se dice lo que las palabras no dicen. No debe confundirnos su brevedad, ya que Mairal demuestra cómo se puede contar una historia potente, en 155 páginas.

No es casualidad la necesidad de Miguel de encontrar ese rollo faltante… encontrarse con su cueva de Altamira…con el relato no verbalizado de una vida que de resultas no fue tan gris… rescatar esas imágenes perdidas para completar las demás imágenes conocidas, sorprendentes la mayoría de ellas, con sus cuotas de alegrías y de tristezas. La palabra de un padre sin fonemas, necesaria para entenderlo y entenderse.

“La página es el único lugar del universo que papá me dejó en blanco”, dirá Miguel.

Una joya de Pedro Mairal, de lectura obligatoria.


Ediciones

El ejemplar que leyó este fantasma, es de la primera edición de Emecé Editores, de marzo de 2008.

Claro que la obra fue traducida al francés, al italiano, al holandés, al alemán, al turco y al inglés, además de tener su propia edición en España.

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