En algún momento de la última década leí, dentro de una antología, un cuento de Robert Heinlein llamado «Todos ustedes, zombies». El cual, contrariamente a lo que sugiere su título, no tiene un solo no-muerto entre su párrafos. El cuento comienza con un hombre que se acerca a la barra de un bar, donde, apuesta de por medio, termina contándole una historia de lo más extraña al barman. Extraña y bastante provocativa, diría yo, sobre todo para la época, considerando que fue escrito en 1959. Pero, de momento, dejemos el cuento en espera.
Un par de noches atrás, culminada la jornada laboral, me dispuse a buscar en Netflix, algo para ver, cuando en «Nuestra selección para Diego», apareció: Predestinación. Miro y me entero que trabajan Ethan Hawke, Sarah Snook (que seguro la conocen de cara, aunque no les suene el nombre). Más de cuatro estrellas, ¿qué podía salir mal? A los quince minutos de película, me sonaba bastante la historia. Buscando en ciertos recovecos de la memoria, me di cuenta que había leído un cuento «similar», aunque no acertaba con el autor. Una breve búsqueda (cierta obsesión me impedía seguir viendo la película sin sacarme la duda) me permitió atar cabos. ¿Qué hago? ¿La veo o busco otra cosa? Con la cena ya servida y más resignación que entusiasmo, seguí viendo la película.
Lejos de arrepentirme, vengo a recomendarla.
» Yo sé de dónde he venido…, pero ¿de dónde han venido todos ustedes, zombis?«
La historia de este relato corresponde a la clásica paradoja temporal de la «predestinación» (clásica siempre y cuando usted haya leído centenares de relatos de ciencia ficción). En la mayoría de estas paradojas una persona viaja al pasado para cumplir un rol en un evento que ya ha sucedido y no podría haber sucedido de ninguna otra manera. De esta forma, dicha persona termina siendo el responsable de aquello que había sucedido en un principio.
Según Albert Einstein, el viaje en el tiempo debería cumplir ineludiblemente con esta premisa básica: uno nunca podría cambiar verdaderamente los eventos del pasado.
La trama termina generando el efecto de la serpiente de Uróboros, mordiéndose eternamente la cola; dicho de otra forma: ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? O, en este caso, ¿¡¿¡¿¡¿la madre, el padre, la hija, su abuelo o qué?!?!?!?. La película es sumamente atrapante y adapta el texto de una forma más que aceptable. Agrega algún pequeño detalle que no existe en el relato, pero, para ser justos, podemos suponer que las 16 páginas quizás no alcanzaran para llenar 97 minutos de película, tal cual salieron de la máquina de escribir de Heinlein.
Siendo el fuerte de la historia la trama y el desenlace, no hay mucho más para contar sin arruinar la sorpresa. A modo ilustrativo valga el siguiente diagrama que alguien se ha tomado el trabajo de confeccionar. Se recomienda no estudiarlo en detalle si no hasta después de haber leído el cuento o visto la película (preferentemente ambas y en ese orden).
Como dice una líneas más arriba, la película se puede encontrar en el servicio de streaming de Netflix. El cuento, por su parte, se puede encontrar en los siguientes volúmenes: