Foto de Mégara. Año 2015.
En A Coruña hay un lugar que consigue hacer visible a un escritor apenas leído por muchos, al que yo leí de puro gallega. Empeñado en no callar la historia de Galicia, donde casi proscripto como periodista, se dedicó a leer, comer y escribir, a su manera, dijo: “Yo no soy un erudito, por eso pido perdón si alguna vez aparezco tal; a mí lo que me gusta es contar llano y seguido, fantástico y sentimental a la vez; lo que pasa es que a veces escribo entusiasmado y distraído”. Se trata de Álvaro Cunqueiro Mora y es su estatua la que preside la Plaza del Humor, que así se llama el lugar.
Esta es una plaza dedicada a las figuras del humor. Allí el visitante se encontrará con personajes inmortales del género, tanto creadores como figuras de series de cómics, libros y televisión. El proyecto data de 1990 y es de un artista, escritor y periodista gallego, Siro López, más conocido como Siro, que además es dibujante de humor y caricaturista político.
Foto de Mégara. Año 2015.
Desapercibida para muchos de los que pasan por allí, está ubicada en la antigua Praza dos ovos, ante el mercado de San Agustín, a pocos metros de la Plaza de María Pita. Consta de un piso de mármol blanco, y está presidida por dos maestros en el arte de hacer reír, el nombrado Cunqueiro y Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, cuyas estatuas dominan el lugar, sentados en un par de bancos de piedra colocados uno frente al otro, en un plano superior.
Castelao fue un prolífico autor, novelista, pintor, teórico y político, en cuyo trabajo destaca siempre el tono humorístico, pensado como manera directa de señalar el caciquismo de la sociedad y la explotación a la que se veían sometidos los más pobres e indefensos que eran arrojados fuera del sistema. Álvaro Cunqueiro Mora, al igual que Castelao, fue una persona mutifacética: novelista, poeta, dramaturgo y periodista; y se lo recuerda por su capacidad para generar humor y ternura.
De él dijo Francisco Umbral en su libro «Las palabras de la tribu»: «lo que hoy le da más sentido a su prosa es un humorismo tácito, una ironía tierna que no quiere profundizar más en la llaga, una gracia culta de romano ilustre que se retira a su quinta con más libros que conejos«.
Alrededor, en la recorrida, y bajando, porque dos son los niveles de la plaza, encontramos en pedestales, los bustos de tres grandes del humor gallego: Julio Camba, Wenceslao Fernández Flórez y Vicente Risco; y además se observa A Fonte do Gatipedro.
El Gatipedro es una invención de Álvaro Cunqueiro, un gato que tiene un pequeño cuerno en la frente por el que vierte un chorro de agua cantarina. Del personaje se dice que entra durante la noche en las habitaciones de los niños, y es el responsable de que los niños mojen la cama, al soñar con ello.
“El que sea capaz de quedarse con ganas ante un buen plato por temor a engordar, se quedará también con ganas ante todas las otras cosas agradables que hay en la vida”, así dijo Julio Camba. De él señaló José Ortega y Gasset: “Camba era el logos, la más pura y elegante inteligencia de España”.
Claro que hay más, dibujados en el suelo podemos reconocer a grandes autores como el Archipestre de Hita, Mark Twain, Groucho Marx Cervantes junto a personajes como Pedro y Pablo, de Los picapiedra, Asterix y Obelix, Mortadelo y Filemón; y Mafalda, la inmortal creación de Joaquín Lavado, nuestro Quino.
Si Nietzsche dijo que el hombre se vio obligado a inventar la risa, por todo el sufrimiento que hay en el mundo; este es un lugar inspirador.