El fin de la infancia

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El fin de la infancia

Ante la inminente autodestrucción de la Tierra, se produce la llegada de una especie alienígena llamada a guiar a la humanidad hacia una fase superior. Estos pastores celestiales reciben el nombre de «Superseñores» (aunque quizás la traducción del original «Overlords» no sea la más feliz). Dichos superseñores actúan en nombre de lo que ellos mismos denominan «una conciencia cósmica trascendente», evitando primero la destrucción de la especie y luego asistiendo a la humanidad en su siguiente paso evolutivo. Durante un siglo se dedican a instaurar una utopía en la Tierra, la cual genera las condiciones para que los hijos de esa utopía muten en una especie humana adulta. En un gran clima metafísico, toda la raza humana sufre una «metamorfosis inconcebible», se desprende de la carne para convertirse en un ideal platónico de la mente, que deambula libremente entre las estrellas.

El fin de la infancia es una novela acerca de la trascendencia. En palabras de David Pringle: «Es un «mito» religioso universal para una época científica, el relato de un benigno Juicio Final en el cual las puertas de la Ciudad de Dios están abiertas a todos.» El final del libro y el destino «último» de la humanidad imaginado por Clarke no será, seguramente, del agrado de todos. Y habrá quien entienda que el precio a pagar no justifica la recompensa.

Junto con La ciudad y las estrellas, Cita con Rama y 2001: una odisea espacial, es uno de los libros indispensables del autor. Libro que debe seguramente mucho a la obra de su compatriota Olaf Stapledon, la cual está plagada de imágenes mesiánicas y trascendencia evolutiva.


Arthur C. Clarke se formó en matemáticas y física en el renombrado King’s College de Londres. Durante la segunda guerra mundial se desempeñó en la Royal Air Force como especialista en radares, especialidad que veía la luz por aquellos años. Su formación y su amor por la astronáutica, lo llevó a ejercer varios años como presidente de la Sociedad Interplanetaria Británica. A lo largo de su vida se desempeñó en el campo de la literatura y en el científico, principalmente como consultor y divulgador.

En 1945, tras el final de la guerra, publicó un artículo titulado Extraterrestrial relays (algo así como Retransmisores extraterrestres), en el cual sentaba las bases de la órbita geoestacionaria, en la cual un objeto gira alrededor de la tierra en exactamente 24 horas, produciendo el efecto de estar «inmóvil» en el cielo. Esta órbita es fundamental para el funcionamiento de las telecomunicaciones, ya que todas las antenas parabólicas funcionan gracias a que hay un satélite «fijo» al cual pueden apuntar. Con cinco radares repartidos en esta órbita sobre el ecuador, se cubre toda la superficie de la Tierra, salvo una pequeña porción de los polos; aunque en la práctica haya muchos más satélites. Dicha órbita fue definida 12 años antes del lanzamiento del Sputnik, quizás refrendando aquella máxima que reza que nada se lleva a cabo sin que alguien lo sueñe primero. A veces es mencionada directamente como «órbita de Clarke».

Clarke fue un racionalista a ultranza, quien creía que la superación de la sociedad humana se basaría, antes que nada, en los avances científicos y la mejora en la calidad de vida que estos traerían a toda la especie. Además era un ateo confeso. No deja de llamar la atención que sus obras estén impregnadas profundamente de transcendentalismo y una búsqueda de un sentido superior de la existencia; sobre todo en El fin de la infanciaFuentes del paraíso. Quizás sea por aquello que decía Antonio Porchia: «El mal de no creer es creer un poco».


Algunas curiosidades:

  • En la versión de 1953, la humanidad estaba por lanzar cohetes tripulados al espacio, lo cual constituía una novedad 4 años antes del lanzamiento del Sputnik y 16 años antes de la llegada del hombre a la Luna. En una revisión posterior se alteró el prólogo para corregir el anacronismo, estableciendo que las naves tripuladas tenían por objeto colonizar otros planetas.
  • Originalmente, Stanley Kubrick estaba interesado en adaptar al cine El fin de la infancia, pero las insalvables dificultades técnicas que suponían para la época evocar fielmente aquello descrito por Clarke hicieron que se decantase por adaptar el cuento El centinela (1951), colaborando con éste en la creación del guión. El cuento fue ampliado y eventualmente se convirtió en 2001: odisea en el espacio. Película que después sería novelada por Clarke; convirtiéndose, con toda seguridad, en su libro más famoso.
  • En el año 1972 Genesis y Pink Floyd lanzaron simultáneamente (por casualidad) canciones inspiradas en este libro. Genesis abría su disco Foxtrot con Watcher of the skies, mientras que el séptimo título del disco Obscured by clouds, de Pink Floyd, directamente se llamó Childhood’s end (El fin de la infancia).  A continuación encontrarán ambos con sus respectivas letras.

 

Watcher of the skies watcher of all
His is a world alone no world is his own,
He whom life can no longer surprise,
Raising his eyes beholds a planet unknown.

Creatures shaped this planet’s soil,
Now their reign has come to an end,
Has life again destroyed life,
Do they play elsewhere, do they know
More than their childhood games?
Maybe the lizard’s she’d it’s tail,
This is the end of man’s long union with Earth.

Judge not this race by empty remains
Do you judge God by his creatures when they are dead?
For now, the lizard’s she’d it’s tail
This is the end of man’s long union with Earth.

From life alone to life as one,
Think not your journey’s done
For though your ship be sturdy, no
Mercy has the sea,
Will you survive on the ocean of being?
Come ancient children hear what I say
This is my parting counsel for you on your way.

Sadly now your thoughts turn to the stars
Where we have gone you know you never can go.
Watcher of the skies watcher of all
This is your fate alone, this fate is your own.

You shout in your sleep.
Perhaps the price is just too steep.
Is your conscience at rest
If once put to the test?
You awake with a start
To just the beating of your heart.
Just one man beneath the sky,
Just two ears, just two eyes.

You set sail across the sea
Of long past thoughts and memories.
Childhood’s end, your fantasies
Merge with harsh realities.
And then as the sail is hoist,
You find your eyes are growing moist.
All the fears never voiced
Say you have to make your final choice.

Who are you and who am I
To say we know the reason why?
Some are born; some men die
Beneath one infinite sky.
There’ll be war, there’ll be peace.
But everything one day will cease.
All the iron turned to rust;
All the proud men turned to dust.
And so all things, time will mend.
So this song will end.


Ediciones

Mi versión de El fin de la infancia es la primera edición en castellano, de 1956, a cargo de MInotauro. A lo largo de los años, dicha editorial reeditó varias veces el libro, renovando la estética de tapas.

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