El arte de servir la poesía, ni caliente ni tibia

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El arte de servir la poesía, ni caliente ni tibia

Mientras pienso cómo titular la entrevista que Irene Gruss aceptó para Mégara, repaso las respuestas, de tal brevedad algunas de ellas, que cobran fuerza. Trato de encontrar las palabras justas, pruebo, borro, la pifio, entre todo lo que tengo leído sobre ella, me detengo en esa expresión de Jorge Aulicino sobre su voz poética: “Me dirá algo, con todo, en esa lengua de no decir que es la suya”, y de repente recuerdo un poema inédito que publicó en su blog casta diva, hace algunas semanas atrás: “Después descubrí que el errar o el perderse/podrían ser lo mismo, un oficio extravagante. Pero el arte,/ah el arte, no es oficio/sino servir/un simple puré de papas, ni muy caliente/ni tibio”. Pienso en One art de Elizabet Bishop, no cualquiera puede convertir frases o versos de otros en el piolín del que agarrarse, para encontrar el punto justo. Cuando dijimos de hacer entrevistas yo dije que me animaba y empecé a lo grande. Este es el resultado:

M. En El oficio de vivir, Cesare Pavese se pregunta “¿he perdido el tiempo hasta ahora apostando por la poesía o bien la situación actual es premisa de una más profunda y vital creación? ¿Alguna vez sintió haber perdido el tiempo en su apuesta por la poesía?.¿Si se trata de géneros, cree que hay una creación más vital y profunda que la poesía?

Creo que Pavese escribe eso y, mientras tanto, escribe. Perder el tiempo, yo lo hago bastante, es mirar televisión, dar vueltas, no poner culo en silla. No sé si la poesía es la creación más vital y profunda. Moby Dick también lo es.

M. Usar y apropiarse de los versos de otros es parte de su escritura, leí en alguna entrevista, ¿hay un límite para esos afanos?

No sé; yo afano…

M. Cuando cuenta su paso por el Taller Mario Jorge De Lellis, suele destacar la honestidad brutal que tenían sus integrantes y la importancia que tenía la aprobación o desaprobación. ¿Cree que el valor de la propia escritura radica en la opinión del otro, cuando se trata de iguales?

No; supongo que el valor que se le da a la propia escritura depende de muchas cosas pero si una no cree que lo que hace es digno de hacer y de mostrar, ahí sonamos.

M. ¿Cuáles son las diferencias que encuentra entre aquéllos primeros talleres y los que se multiplican en la actualidad?

En aquellos talleres éramos pares que se juntaban a leer sus cosas, a hablar de escritura, a leer a autores viejos, nuevos, etc. No puedo hablar más que de lo que yo viví. Creo que los actuales son muy distintos entre sí: hay quien se mueve con consignas, hay talleres sólo de lecturas; hay quienes marcan con rojo o editan a piacere la obra de los participantes; y hay quien no hace eso. Creo que, esto sí, hay muy pocos que se preocupan por formar y/o fortalecer la voz de cada cual, así como también hay participantes a los que eso ni les importa, o por querer entrar en un canon determinado o vaya a saberse.

M. Creo haber entendido, a partir de la lectura de entrevistas, reseñas y del sitio el mundo incompleto, que reniega de los rótulos o etiquetas generacionales, ¿eso implica un sentido de ajenidad o no pertenencia, o la convicción de que su generación no tiene rasgos distintivos que permitan reunirlos?

No entiendo la primer pregunta: ¿ajenidad o no pertenencia a qué?; pero para ser franca, como no me gusta etiquetar, no sé hacer cuadros sinópticos. No sé hablar de eso. En cualquier generación hay voces únicas; particulares. Lo que las une o las distingue no es mi oficio.

M. El joven escritor Matías Capelli, levantó algo de polvareda, con “Un ejercicio de ficción”, escrito sobre el taller De Lellis, ya que algunos de sus integrantes, como usted y Daniel Freidemberg, advirtieron sobre algunos errores, o poco rigor en la tarea de investigación y posterior edición. Me interesa saber si coincide con Freidemberg al señalar que ni Girondo ni Huidobro figuraban entre las principales preferencias o no eran poetas que los identificaran, y si es así, cuáles son sus poetas preferidos.

No sé. Yo leía a Girondo y a Huidobro. Y no hubo taaaanta polvareda que digamos.

M. También Freidemberg señaló que no era cierto que denostaran a Benedetti, recordando que una vez fue invitado a conversar en el taller, cuando ya éste funcionaba en la Galería Meridiana, en 1974. ¿Coincide con él, o considera que la poesía de Benedetti no es tal?

No nos gustaba, a muchos de nosotros, Benedetti.

M. Bello título el del libro que reúne su obra poética, cuya publicación le removió toda su historia, ¿cuál es la otra mitad de la verdad?

Ni idea.

M. Ha reconocido tener problemas con el tono con el que se dirige al otro. ¿Sigue sin lograr una inflexión de cariño?

Creo que he cambiado bastante, gracias a Dios.

M. Para cerrar, vuelvo a Pavese: “en el arte sólo se expresa bien aquello que fue absorbido ingenuamente. A los artistas no les queda sino volverse hacia la época en la que todavía no eran artistas e inspirarse en ella, y esa época es la infancia”. ¿Cree usted lo mismo?

Absolutamente.


Así nos respondió Irene Gruss, que es nuestra. Una escritora nacida en Buenos Aires en 1950. ¿Hay necesidad de recordarlo?, quizás fuera una pregunta que podría hacer ella. “La ironía viene como autodefensa. Es una autodefensa en el sentido de no caer en la autocompasión. Eso fue una especie de mandato que no sólo me lo imponía; me hincha mucho la autocompasión”.

Poeta tan reconocida, dijo alguna vez que hizo la gran macana de oponer la música a la escritura cuando empezó a escribir (según los testimonios de otras entrevistas que he leído). Formó parte del Taller Mario Jorge de Lellis, al que ingresó hacia el año 1969, del que formaban parte Aulicino, el Turco Asís, Marcelo Cohen, Alicia Genovese, Leonor García Hernando, Rubén Reches, y Daniel Freidemberg; y también concurría a las reuniones de El escarabajo de oro, de Abelardo Castillo. Alguna vez dijo que se enriqueció mucho en ese círculo, que cuando salía de allí, donde había escuchado hablar de pibes que ni conocía, ella se ponía a buscar y a leer todo lo que no conocía. Integró las redacciones de las revistas literarias El escarabajo de oro, El ornitorrinco, El juguete rabioso, además de colaborar en distintas revistas literarias.

Publicó los poemarios La luz en la ventana (Ed. El escarabajo de oro, 1982); El mundo incompleto (Ed. Libros de Tierra Firme, 1987); La calma (Ed. Libros de Tierra Firme, 1991); Sobre el asma (edición de la autora, 1995); Solo de contralto (Ed. Galerna, 1998); En el brillo de uno en el vidrio de uno (Ed. La Bohemia, 2000); La dicha (bajo la luna editorial, 2004), Humo, Antología personal (por Ediciones Ruinas Circulares, en 2013 y por La Palma de Madrid, en colección eMe, edición con poemas inéditos, 2015) y Entre la pena y la nada (Ediciones Del Dock, 2015).

La nouvelle Una letra familiar (2007) y la obra poética reunida La mitad de la verdad (2008) también fueron publicadas por Bajo la luna; La pared (Ediciones Nudista, Córdoba, 2012); Música amable al fin (Ed. Mágicas Naranjas, 2012); Notas para una tanza (Ed. Gog y Magog, 2012). La antología Poetas argentinas (1940-1960), recopilación, selección y prólogo de la autora, guarda el sello de Ediciones del Dock, 2006; sin olvidarnos de “Pasajera del viento», compilación y prólogo a su cargo de poemas de Irma Cuña (Fondo de cultura económica, 2013).

Recibió, en 1975, el Primer Premio a obra inédita otorgado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y, en 1986, el primer premio en el concurso auspiciado por la Biblioteca Cornelio Saavedra. Coordina talleres y clínicas de poesía desde 1986; bajo el auspicio del Fondo Nacional de las Artes, ha dictado talleres en distintas provincias del país, del norte al sur, como Santiago del Estero, Corrientes, Entre Ríos, La Pampa, Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego. Desde 1986, también ejerce el oficio de correctora y productora editorial.

Actualmente, edita los blogs El mundo incompleto y Casta diva.

Dijo de ella Jorge Aulicino: “Siempre un libro de Irene Gruss es un acontecimiento. Siempre que publica uno, siento que me va a hablar, con cierto pudor brusco, una de esas personas que viven detrás de las ventanas que veo desde las calles de Almagro. Creo que develará, pero sé que no. Con la expectativa de que al menos me lleve al enredo violento de una vida cualquiera es que abro sus libros.” (de la revista Ñ, del 22 de diciembre de 2015)

Como él, también digo que cada poema de Irene Gruss, me dice algo: “con todo, en esa lengua de no decir que es la suya y que consiste en proceder de este modo: “No tires el original, ve el nudo, el garabato enmarañado; / porque era esto.”

Gracias Irene.

pizarra gruss


Fuente: por las imágenes Casa de América

Sandra Patricia Rey
Sandra Patricia Rey
Autora del libro de cuentos Matrioshkas; Pegaso, un libro infantil ilustrado; y del poemario No hay más vuelos reales.

7 Comments

  1. silvina de rosa dice:

    El arte de servir la poesía…me movilizó mucho este comienzo!
    Y me dejó las ideas dando vueltas. Así que me sumo como lectora!
    Te felicito y acompaño en este iluminado parir!

  2. Sandra Patricia Rey dice:

    Gracias Silvina, bienvenida a Mégara, donde buscamos lectores que pasen y quieran quedarse, o pasar y volver a pasar!!!.

  3. Ana María Grandoso dice:

    Muy buena nota con Irene Gruss. Gracias!

  4. constantino mpolás andreadis dice:

    …pudor es la palabra…hasta en ese «famoso» poema donde el tubo del teléfono…bueno, después de todo, qué…

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