Coro

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Coro

Ella dijo en alguna oportunidad que en el momento de escribir es alguien maravillosamente feliz.
No es poco sentirse maravillosamente feliz para alguien que también dijo que hace más de ochenta y tres años que está leyendo y no va a parar.
Toda esa vitalidad es de Angélica Gorodischer, esta rosarina que en julio pasado, alcanzó los 89 años de edad, y lo traemos a colación, a propósito de Coro, un volumen de cuentos que bucean en los pliegues de la realidad, pero a través de la imaginación como forma de refugio ante tanta violencia y hostilidad del mundo exterior, como bien señala ella.
En este libro, el lector tiene la impresión que su autora despliega todo su oficio, lo cual se intuye desde el sonoro título elegido.
Coro es una palabra que deriva del latín chorus y esta del griego χορός, refiriéndose a un conjunto de personas que bailaban y cantaban, y si el adjetivo coral deriva de esa palabra tan sonora, de apenas dos sílabas, al leer el título de cada uno de los cuentos, uno entiende que Gorodischer se dejó llevar por esa felicidad que le da escribir, y se permitió jugar con la sonoridad del lenguaje.
A partir de Cala, cuento del que toma nombre el libro, y hasta completar doce relatos, los títulos comienzan con la misma letra “ce” y se suceden combinando de distinta forma dos sílabas, con palabras como: Casa y Caza, Coso, Caso y Cosa, Cara y Cruz; historias que rozan lo fantástico con un toque de misterio oscuro, de sesgo poético y filosófico por lo profundo en lo conceptual y en el juego que despliega desde la brevedad de cada título.

Si su voz es considerada una de las más importantes dentro de la ciencia ficción en Iberoaméricana, se entiende claramente, al entrar en cada una de las historias. Así se suceden, Cala, la de una monja que encuentra en esa flor nacida en el alféizar de la ventana, el sentido de lo divino y trascendente, la sabiduría misma. Caza cuenta la de una mujer que teme a una especie de alimaña que se alimenta de carne humana, y por eso duerme abrazada a un arma; y en Cruz, un grupo de estudiantes crucifica a la nueva, tan rubia y correcta ella, sin sufrir remordimientos, pero preguntándose.

Todo el tiempo Gorodischer se cuestiona y cuestiona, sobre el caso y el coso y la cara que tenemos y no tenemos, el espacio propio y ajeno, la verdad y lo oculto; y todo de una manera tenebrosa por momentos, como en Coto. Una mujer encerrada en una habitación sin luz y sin aire, se inventa un bosque como el lugar donde refugiarse.
Muchas veces hemos escuchado la expresión tejer historias, pues la rosarina en cada uno de los cuentos de Cala, apunta a la creación usando como símil la escritura. La autora, que en esta obra apunta constantemente a la creación y a la construcción del conocimiento llegando al alma de los personajes, relaciona el simple acto de coser con el de escribir.
«Una va cosiendo las palabras y las letras incluso después cuando empieza a corregir, donde radica el verdadero oficio«, dice Gorodischer, y hay que creerle.
Coser las palabras y no detenerse, dice ella, que es alguien que lee hace ochenta y tantos años y no piensa detenerse.
Así escribe en Coso: “Con sólo coser las horas debí haberme sentido satisfecha pero no, no pude. Porque cuando se ha logrado algo importante, cuando se han desechado las alfombras y se ha sentido el valor de los instantes y se han recorrido los minutos, es difícil mantenerse en la quietud virtuosa de un alma que ha renunciado a la vida. Y yo no he pensado nunca en renunciar, al contrario, quiero más y más y cada vez más.”



Enhorabuena no ha renunciado ella a la escritura, para nuestro disfrute. Y no solo a la escritura no ha renunciado, ya que lo que ella hace es experimentar con ella. No por casualidad, abre el libro con una cita de Kurt Vonnegut:

“Quiero estar, sin caerme, lo más cerca
posible del borde. Desde el borde
se ve un montón de cosas interesantes
que no se ven desde el centro.”

¿Cómo es escribir desde ese lugar que es lo más cerca posible del borde?,  ella lo explica muy bien: “Hay que correrse un poco de la realidad y ver que hay capas debajo de lo que aparece a la vista. El realismo duro y puro no me interesa, me interesa saber qué es lo que hay detrás de ese realismo. Cuando uno se va a los bordes, es decir a lo fantástico, a lo que está detrás de lo que se ve, a lo secreto, a lo que se oculta, o a lo que se muestra demasiado para que algo no se vea, uno puede explorar otras realidades.”


Ediciones

Coro es una publicación de emecé, cruz del sur. Así con minúsculas, y mi ejemplar es uno de la primera edición de marzo de 2017. No se lo pierdan.

Sandra Patricia Rey
Sandra Patricia Rey
Autora del libro de cuentos Matrioshkas; Pegaso, un libro infantil ilustrado; y de los poemarios No hay más vuelos reales (Editorial En Danza) y Altar doméstico (La Ballesta Magnífica)

2 Comments

  1. Nicola dice:

    Estoy pasando por Mégara y siempre encuentro alguna joya tuya. ¡Gracias Sandra!

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