Antiprincesas y antihéroes

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Antiprincesas y antihéroes

Hay una editorial argentina que encontró una forma distinta de hacer biografías infantiles. Es la Editorial Chirimbote, que está formada por la autora de los libros, Nadia Fink, acompañada por el ilustrador Pitu Saa y el diseñador Martín Azcurra.

La editorial hace un año atrás, en el 2015, decidió lanzar historias de mujeres que se convirtieron en protagonistas de su propia vida, dedicadas a quehaceres diversos, se comprometieron en su época, con lo social y con el arte. Abrió la serie Frida Kahlo, seguida por Violeta Parra y Juana Azurduy y luego vendrían Clarice Lispector y Gilda.

20160916_011202_resizedMujeres que se distancian de las princesas de los cuentos de hadas, pero que pueden representar un modelo de lucha y superación, de compromiso con su función social y de rescate en lo personal, alejándose así de todo estereotipo. Ellas no tienen  alrededor hadas madrinas, calabazas que se convierten en carruajes ni príncipes encantados que las vienen a rescatar.

Cuenta la autora de los libros, Nadia Fink, que la colección Antiprincesas, fue pensada para acercarle a los niños “mujeres reales, de las que vemos todos los días. Luchadoras, soñadoras, con defectos y virtudes”.

Como en Mégara hablamos, sentimos y pensamos los libros, elegimos mostrar a la Antiprincesa escritora elegida por Chirimbote, la brasileña Clarice Lispector (1920-1977), de quien tenemos pensado reseñar La hora de la estrella, último libro que publicó en vida.

Ellos la eligieron por considerar que desarrolló un estilo narrativo original alejado de las reglas de su época, muy poético. De su escritura se ha dicho que logra resumir el silencio y el grito. “Escribo para liberarme de mí misma”, dijo la escritora.

20160915_235002-2_resizedDe su última obra les regalamos a los megarenses una frase que la identifica: “Mientras tenga preguntas y no haya respuestas continuaré escribiendo”.

A un año de aquel lanzamiento, la idea original trocó y continuando plena de sentido, la colección se completó con los Antihéroes, cuyo primer ejemplar fue dedicado al escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), quien sin que nadie pueda dudarlo,  desafió toda la narrativa clásica, regalándonos para siempre la posibilidad de transformar la realidad en una fantasía fantástica.

En la presentación nos dicen: “Llegan los antihéroes para seguir poniendo patas para arriba la historia tal como nos la contaron. Estos también son superhéroes con poderes…pero no como los que acostumbran las pelis…”, y del gran Cronopio, le cuentan a los chicos que tiene el poder del juego en la palabra. Cómo se entiende sino a través de la palabra convertida en instrumento lúdico que haya conseguido una novela que se lee de atrás para adelante, o escribir unas instrucciones para subir la escalera, como si hiciera falta.

20160915_234348-2_resizedEl próximo antihéroe elegido es el escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina, al que nombran como el antihéroe de la palabra justa. “Estos antihéroes tienen poderes, pero reales, como el de disparar la imaginación y el de comprometerse con los pueblos libres”, explica Fink.

Los jóvenes de la Editorial Chirimbote, eligieron retratar hombres reales, sensibles y latinoamericanos.

La editorial también asumió un verdadero desafío, que es el de mostrar los aspectos más dolorosos o críticos de los personajes escogidos, así abordan la bisexualidad de Frida Kahlo de manera directa y sencilla, exhiben la pobreza de la familia de Violeta Parra y el abandono de su marido, con dos hijos, por su dedicación absoluta al arte. También abarcan conceptos como revolución, tiranía o desarraigo, que forman parte de la historia latinoamericana, y los cuentos rescatan tradiciones y costumbres del país de origen de cada personaje.

Estas dos colecciones están hechas con una estética que combina distintas tipografías y una combinación  de ilustraciones y fotos reales, y sobre todas las cosas con una gran sensibilidad. Basta leer la presentación del cazador de historias, que es Galeano: “la cosa es más o menos así: cuando un escritor o una escritora se muere, lo que hacemos es buscar en todas las palabras que ya dijo (porque no habrá nuevas por decir) y volver a leerlas, a bucear en ellas para que no se olviden. Y también, si se tuvo la posibilidad de entrevistar a esa persona, evocar cómo dijo esas palabras, reorganizar los recuerdos y que tengan vida nueva”.

20160915_234218-2_resizedAmbas colecciones, llegaron en poco tiempo a casi todos los países de Latinoamérica, además de España, Italia y EE.UU. Y aunque parezca increíble se están publicando en Turquía.  Su creadora, Nadia Fink, no termina de convencerse de la gran repercusión de su obra, que no solo es un éxito en ventas, sino que es utilizada pedagógicamente, en las aulas y en la organización de distintos talleres, convirtiéndose así en un gran aporte para abordar grandes temas, como la diversidad, la identidad, el pensamiento crítico, la lucha, el coraje.

Curiosa reseña que tenía destino de ser tributo a la palabra, en un día de septiembre cualquiera, en esta Buenos Aires. Entre el sonido del viento y el silencio, yo me acordé de Galeano hoy, mientras viajaba en el colectivo en el que un joven leía un libro de él.

Las antiprincesas y los antihéroes tiene algo en común, no se callaron, y  su voz consiguió seguir siendo escuchada.

Es que “…cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada”.

(fragmento de “Celebración de la voz humana/2”, de “El libro de los abrazos”, de Eduardo Galeano)


 

Sandra Patricia Rey
Sandra Patricia Rey
Autora del libro de cuentos Matrioshkas; Pegaso, un libro infantil ilustrado; y de los poemarios No hay más vuelos reales (Editorial En Danza) y Altar doméstico (La Ballesta Magnífica)

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